sábado, 9 de marzo de 2013

Renacer, parte II

Espero que la primera parte os haya gustado y os haya dejado con la intriga de seguir... Aquí va la segunda y última parte de este relato. 

**


A la noche, cuando cerré el supermercado, me sobresalté al ver a aquel chico esperándome en la calle, apoyado en una farola. 


-Hola.-
-Ho…la…- contesté lentamente. Me acerqué a él con cautela, mirándole. La verdad era que tampoco él se me había ido de la cabeza. Sus ojos, sobre todo sus ojos, pero también sus facciones marcadas, su piel blanca y su pelo negro azabache, todo el día había tenido su imagen en mi mente. ¿Por qué? ¿Qué me estaba pasando?


-¿Qué, has pensado en lo que te dije?- preguntó, sin moverse de donde estaba. Eso me hizo resoplar. –Por desgracia sí. Pero que conste que es una irracionalidad, se lo he preguntado también a varias personas, y todos estamos de acuerdo en eso.- Matt sacudió la cabeza. –Claro que están de acuerdo, están ciegos, no ven lo que tienen ante sus ojos… aún tienen que despertar. Y lo veo difícil en toda esta gente.- Fruncí el ceño, otra de esas frases que tenían sentido nulo. -¿Qué quieres decir con eso, Matt?- pude ver que algo en sus ojos azules como el hielo brilló cuando pronuncié su nombre. Sonrió de lado. –Quiero decir que la gente en realidad no sabe lo que es ser feliz, porque no han experimentado ese sentimiento de verdad. No han experimentado ningún sentimiento, porque están tan obsesionados con su rutina y su aparente felicidad que no se fijan en nada más. ¿Te acompaño a casa?- añadió tan súbitamente que me sorprendió.
Vacilé un momento, pero la conversación me interesaba, por alguna razón inescrutable. Así que asentí, y empezamos a caminar en dirección a mi casa.


La luna brillaba en el cielo, estaba llena, y le confinaba a todo el entorno un aspecto plateado, precioso y fantasmagórico a la misma vez. Decidí replicarle a lo que él había dicho acerca de los sentimientos.
-Los sentimientos no existen. Son malos. Nos perjudican. Nos hacen ser infelices.- 
-¿Por qué piensas eso?-
-El amor por ejemplo… se dice que mientras que amas eres realmente feliz, pero cuando el amor se acaba ya no lo eres, es más, estás fatal. Prefiero conservar mi felicidad de este modo, prefiero no amar.-
Matt me miró como si de verdad le hubiera molestado lo que acababa de decir.
-¡Tú no sientes nada, ni felicidad! ¡Lo que todos vosotros sentís es apatía!- exclamó. –Dime, ¿cómo puedes ser feliz pasándote los días enteros atendiendo a gente en una caja de supermercado, sin hacer nada más, sin salir a pasear por la noche, sin disfrutar de una puesta de sol, sin sentir la pasión de estar con la persona que quieres, sin hacer lo que realmente te gusta?- 
Eso me hizo sentirme de una forma que no había hecho hasta ese momento: Me enfadó. 
-¡Yo soy feliz! ¡Eso es lo que me gusta hacer! Tú sólo sabes que decir incoherencias, yo no quiero amar a nadie, no quiero ver puestas de sol porque no sirven para nada, ¡sólo es pasar el tiempo!- le miré de mala manera, y todo lo que había dicho lo había dicho con un tono de voz elevado. Se ve que eso divirtió a Matt por una razón extraña, porque empezó a reírse.
-Mira, te acabas de enfadar conmigo. Eres la primera persona que se enfada.- 
-Yo no me he enfadado.- dije sin embargo, terca. No iba a darle la razón. 
-Me has gritado, aquí nadie grita.- 
-¡Déjame tranquila!-
-Admítelo, estás cambiando,  te he hecho pensar.-
-Pues no quiero pensar, yo estoy muy bien así sin pensar.-
-¿Siendo ignorante?- 
Habíamos llegado ya a la puerta de mi casa y yo no quería seguir con esta conversación. Me propuse no contestarle ya a nada que me dijera. Pero él seguía hablando.

-¿Alexia?- 


Negué con la cabeza, me aparté de él y me dispuse a abrir la puerta de mi casa. Él pero, me cogió del brazo, haciendo girarme hacia él y me apoyó contra la puerta. Colocó una mano a cada lado de mi cabeza, acercándose muchísimo a mí rostro y me susurró con urgencia: -Lo siento, pero tengo que hacerlo.- y entonces me besó en los labios. Al principio, tanteando, expectante a mi reacción. Yo no sabía qué ocurría conmigo, pero de lo que estaba totalmente segura era de que no quería apartarme. Cuando vio que no me quejaba, sino que le correspondía el beso, sus labios empezaron a moverse sobre los míos con necesidad y pasión, descargando todo un torrente de sentimientos que jamás me había planteado. Nos separamos, mirándonos un instante, como verificando lo que acababa de pasar, y nuestros labios se volvieron a unir. Una mano de Matt se posó en mi cuello, la otra fue bajando hasta mi cintura, rodeándola, para acercarme más a él. 


En el siguiente momento estábamos en el suelo del salón de mi casa, la luz de la luna entraba por la ventana… Todo lo demás transcurrió como en trance, un éxtasis de verdadera felicidad y eterno placer… Mis manos enredadas en su pelo, él acariciando todo mi cuerpo… hasta quedarnos tendidos el uno al lado del otro, mirándonos fijamente… con cariño.

-Esto es la pasión, esto es el amor. ¿No prefieres esto mil veces a lo que se suponía que era tu felicidad plena?- dijo, acariciándome la mejilla. Sonreí con ganas, y esa fue la primera vez que sonreía porque de verdad sentía que tenía que sonreír. -Sí.- 
-Ahora estás despierta, Lex. Ahora lo verás todo muy diferente. Tal vez te asuste.- me advirtió, y en esta ocasión me brillaron a mí los ojos al escuchar la abreviatura que hizo de mi nombre. –No pasa nada. Sé que ahí estás tú para quererme y ayudarme. Despertar ha sido como volver a nacer.-


Sí, despertar fue como volver a nacer.                   

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Sonic Screwdriver