martes, 16 de abril de 2013

Animales


"habéis conseguido engañar a mucha gente sin mucho esfuerzo" 
(La gossa sorda - Falsos i absurds)

Piensan que sólo existimos para servirles. Nos quitan todo y aún quieren que les demos más. Ahí donde la lógica ya no llega, para ellos sirve que son los líderes y que tienen el derecho a hacerlo. ¿Cómo pretendes sacar de dónde no hay? Avaricia, codicia, avaricia, codicia. Animales carroñeros. Ya nos habéis agotado y seguís quitándonos más. 
Vinisteis con promesas de bienestar, de salud, de fortuna, y lo que habéis conseguido ha sido justo lo contrario. Al menos para nosotros. Claro está que si os referíais a vuestro bienestar, vuestra salud y vuestra fortuna, habéis ganado.

¿Pero hasta donde pensáis llegar?

O mejor dicho, ¿hasta donde pensamos dejarles llegar nosotros? Creo que ya vale con hacer del país lo que han querido, durante tantos años. Creo que ya vale con la opresión, con retroceder en el tiempo y volver a los tiempos del catapúm. Ya vale con quitarnos más de lo que podéis quitarnos. ¿Acaso no veis demasiado que una persona con una vida y una familia, con amigos, con sueños e ilusiones se tenga que suicidar porque van a echarla de casa? Una vida que se ha apagado por culpa de nuestro oh tan querido gobierno. Creo que es bastante obvio que las cosas están yendo demasiado mal ya si la gente se ve obligada a ir hasta ese punto. Y entonces, cuando la gente intenta evitar un desahucio, el gobierno los tacha de etarras y terroristas. ¿Lógica, anyone? ¿Dónde quedó el derecho universal a tener una vivienda? Oh, no pasa nada, nos lo pasamos por el culo porque podemos. Porque como no somos nosotros los que nos quedamos sin casa... ¿qué más nos dará el resto del pueblo? A mí me da asco pensar que gente así son los que nos "representan" y los que deciden sobre nuestro futuro. Me da muchísimo asco. Juegan con nuestras vidas, les quitan y les dan valor cuando a ellos les parece bien y lo peor es que nosotros lo permitimos. ¿De verdad vamos a llegar a una situación de conformismo tan grave? ¿Nos va a dar igual que la gente se suicide cada dos por tres? Si al final Ray Bradbury tenía razón con Fahrenheit 451... ¿Vamos a empezar a quemar libros dentro de nada también? La información y la cultura, la propia vida, se está devaluando tanto que no me extrañaría. (Ahora es cuando alguien tiene que venir y decirme, "No, Lili. Estás exagerando. Todo se arreglará.")

He de decir que esta entrada la tenía estancada durante un tiempecillo, pero hoy he visto algo que ha despertado las ganas de escribir otra vez. Lamento decir que no es algo bueno, últimamente todo lo que me da pie a escribir es algo que me muestra una vez más cómo se nos ha estado engañando durante todo este tiempo.


La verdad es que no sé si tengo que decir algo más. Las palabras "razón" y "Gallardón" no se llevan muy bien, en mi opinión. ¿Desde cuando "puede que pierda la vida dando a luz" es un pretexto? ¿Desde cuando la mujer tiene que tener un hijo simplemente porque se ha quedado embarazada? Obviamente todos sabemos que hay que practicar sexo con condón, y que si no se hace y una se queda embarazada se puede decir "haber follado con condón", pero de todas formas, la decisión tendría que estar en sus manos. El condón se puede romper, puede haber sido violación, ella puede pensar que no es el momento para tener un hijo (ya sea por razones económicas o porque no se sienta preparada)... En todos los casos, es de una nueva vida de la que estamos hablando, y con eso no se juega. Ya se juega bastante con las nuestras. Tener un hijo se tiene que premeditar mucho, y la decisión de no tenerlo no debería estar regulada por el gobierno sino por las personas que lo van a tener. 
Lo segundo, "El supuesto por discapacidad se eliminará porque no hay una vida menos valiosa que la otra". ¿Ahora de repente todas las vidas valen lo mismo? Claro que sí, pero las cosas no son tan fáciles. No estoy diciendo que ser discapacitado es algo malo, pero puede haber madres a las que les puede causar un trauma, ellas sentirse mal porque "no han sabido traer al mundo un hijo sano y fuerte". Sigo creyendo que la decisión debería tomarse por quienes van a tener el hijo y punto, sea por la razón que sea. 

Cada uno tiene sus creencias y opiniones y puntos de vista que le llevan a decidir de una forma u otra. Deberían respetar eso y darnos las facilidades que merecemos. A mí nadie me puede obligar a tener un hijo cuando yo sé que no voy a poder mantenerlo y darle todas las comodidades que necesita sólo porque no tengo riesgo de morir en el parto o porque mi hijo no va a salir discapacitado. Esto también me lleva a lo que he dicho en los párrafos anteriores: Que haya gente que no quiera tener un hijo porque sabe que no tiene los medios que necesita para que el niño tenga la vida que se merece es para que el gobierno se replantee sus métodos y mire si de verdad está haciendo su trabajo bien. ¿De verdad prefieren que ese niño crezca en un mundo como éste?

Y bueno, lo de "Cambiará el término imputado por encausado para que no sea un estigma social" ya ni os cuento. ¿Queda muy mal decir la verdad, eh? A ver hasta qué punto se atreven a manipularnos más con el lenguaje. Hasta qué punto nos piensan maquillar las cosas, para que cada vez nos hagamos más tontos y nos desinteresemos de la información y de saber qué es lo que se hace con nuestras vidas a nuestras espaldas. Así claro que no les viene bien que se fomenten los idiomas y que la gente sepa leer y escribir bien... 

Pero una vez más repito que no sé lo que me da más rabia: Si el gobierno que juega con nosotros, o el pueblo que se lo permite.

sábado, 9 de marzo de 2013

Renacer, parte II

Espero que la primera parte os haya gustado y os haya dejado con la intriga de seguir... Aquí va la segunda y última parte de este relato. 

**


A la noche, cuando cerré el supermercado, me sobresalté al ver a aquel chico esperándome en la calle, apoyado en una farola. 


-Hola.-
-Ho…la…- contesté lentamente. Me acerqué a él con cautela, mirándole. La verdad era que tampoco él se me había ido de la cabeza. Sus ojos, sobre todo sus ojos, pero también sus facciones marcadas, su piel blanca y su pelo negro azabache, todo el día había tenido su imagen en mi mente. ¿Por qué? ¿Qué me estaba pasando?


-¿Qué, has pensado en lo que te dije?- preguntó, sin moverse de donde estaba. Eso me hizo resoplar. –Por desgracia sí. Pero que conste que es una irracionalidad, se lo he preguntado también a varias personas, y todos estamos de acuerdo en eso.- Matt sacudió la cabeza. –Claro que están de acuerdo, están ciegos, no ven lo que tienen ante sus ojos… aún tienen que despertar. Y lo veo difícil en toda esta gente.- Fruncí el ceño, otra de esas frases que tenían sentido nulo. -¿Qué quieres decir con eso, Matt?- pude ver que algo en sus ojos azules como el hielo brilló cuando pronuncié su nombre. Sonrió de lado. –Quiero decir que la gente en realidad no sabe lo que es ser feliz, porque no han experimentado ese sentimiento de verdad. No han experimentado ningún sentimiento, porque están tan obsesionados con su rutina y su aparente felicidad que no se fijan en nada más. ¿Te acompaño a casa?- añadió tan súbitamente que me sorprendió.
Vacilé un momento, pero la conversación me interesaba, por alguna razón inescrutable. Así que asentí, y empezamos a caminar en dirección a mi casa.


La luna brillaba en el cielo, estaba llena, y le confinaba a todo el entorno un aspecto plateado, precioso y fantasmagórico a la misma vez. Decidí replicarle a lo que él había dicho acerca de los sentimientos.
-Los sentimientos no existen. Son malos. Nos perjudican. Nos hacen ser infelices.- 
-¿Por qué piensas eso?-
-El amor por ejemplo… se dice que mientras que amas eres realmente feliz, pero cuando el amor se acaba ya no lo eres, es más, estás fatal. Prefiero conservar mi felicidad de este modo, prefiero no amar.-
Matt me miró como si de verdad le hubiera molestado lo que acababa de decir.
-¡Tú no sientes nada, ni felicidad! ¡Lo que todos vosotros sentís es apatía!- exclamó. –Dime, ¿cómo puedes ser feliz pasándote los días enteros atendiendo a gente en una caja de supermercado, sin hacer nada más, sin salir a pasear por la noche, sin disfrutar de una puesta de sol, sin sentir la pasión de estar con la persona que quieres, sin hacer lo que realmente te gusta?- 
Eso me hizo sentirme de una forma que no había hecho hasta ese momento: Me enfadó. 
-¡Yo soy feliz! ¡Eso es lo que me gusta hacer! Tú sólo sabes que decir incoherencias, yo no quiero amar a nadie, no quiero ver puestas de sol porque no sirven para nada, ¡sólo es pasar el tiempo!- le miré de mala manera, y todo lo que había dicho lo había dicho con un tono de voz elevado. Se ve que eso divirtió a Matt por una razón extraña, porque empezó a reírse.
-Mira, te acabas de enfadar conmigo. Eres la primera persona que se enfada.- 
-Yo no me he enfadado.- dije sin embargo, terca. No iba a darle la razón. 
-Me has gritado, aquí nadie grita.- 
-¡Déjame tranquila!-
-Admítelo, estás cambiando,  te he hecho pensar.-
-Pues no quiero pensar, yo estoy muy bien así sin pensar.-
-¿Siendo ignorante?- 
Habíamos llegado ya a la puerta de mi casa y yo no quería seguir con esta conversación. Me propuse no contestarle ya a nada que me dijera. Pero él seguía hablando.

-¿Alexia?- 


Negué con la cabeza, me aparté de él y me dispuse a abrir la puerta de mi casa. Él pero, me cogió del brazo, haciendo girarme hacia él y me apoyó contra la puerta. Colocó una mano a cada lado de mi cabeza, acercándose muchísimo a mí rostro y me susurró con urgencia: -Lo siento, pero tengo que hacerlo.- y entonces me besó en los labios. Al principio, tanteando, expectante a mi reacción. Yo no sabía qué ocurría conmigo, pero de lo que estaba totalmente segura era de que no quería apartarme. Cuando vio que no me quejaba, sino que le correspondía el beso, sus labios empezaron a moverse sobre los míos con necesidad y pasión, descargando todo un torrente de sentimientos que jamás me había planteado. Nos separamos, mirándonos un instante, como verificando lo que acababa de pasar, y nuestros labios se volvieron a unir. Una mano de Matt se posó en mi cuello, la otra fue bajando hasta mi cintura, rodeándola, para acercarme más a él. 


En el siguiente momento estábamos en el suelo del salón de mi casa, la luz de la luna entraba por la ventana… Todo lo demás transcurrió como en trance, un éxtasis de verdadera felicidad y eterno placer… Mis manos enredadas en su pelo, él acariciando todo mi cuerpo… hasta quedarnos tendidos el uno al lado del otro, mirándonos fijamente… con cariño.

-Esto es la pasión, esto es el amor. ¿No prefieres esto mil veces a lo que se suponía que era tu felicidad plena?- dijo, acariciándome la mejilla. Sonreí con ganas, y esa fue la primera vez que sonreía porque de verdad sentía que tenía que sonreír. -Sí.- 
-Ahora estás despierta, Lex. Ahora lo verás todo muy diferente. Tal vez te asuste.- me advirtió, y en esta ocasión me brillaron a mí los ojos al escuchar la abreviatura que hizo de mi nombre. –No pasa nada. Sé que ahí estás tú para quererme y ayudarme. Despertar ha sido como volver a nacer.-


Sí, despertar fue como volver a nacer.                   

miércoles, 6 de marzo de 2013

Renacer, parte I.

Esta historia viene en dos partes, y aquí va la primera. Alguno tal vez ya la hayáis leído porque os la habré enseñado, y para otros será algo nuevo. Espero que la disfrutéis de todas formas y que penséis, que es lo importante. 

**



Despertar fue como volver a nacer.

Hasta ese momento sólo había sido una carcasa vacía, una máquina monótona, programada para realizar una aburrida rutina eterna. Hasta ese momento no había sabido qué eran los sentimientos, que de verdad se podían experimentar, que algunos de ellos eran tan fuertes y que ellos eran la razón de que vivir al fin y al cabo sí que valiera la pena. No había creído en el amor, en la amistad, la felicidad… Simplemente había sido como todos los demás: Ciegos a lo que hay fuera, ignorantes de la vida real, sumidos en una felicidad aparente gracias a esa ignorancia, pero que en realidad sólo era una máscara. Y aquello que se enmascaraba era apatía, porque no había sentimientos que sentir.
Ahora todo era diferente, pero aún sé perfectamente cómo era antes…

“Mi nombre es Alexia Shiver, y trabajo de cajera en el supermercado de mi pueblo. Vivimos en el año 2023, y es un mundo feliz. Nadie discute con nadie, no hay problemas, todo es pacífico. No hace falta nada más: Ni amor, ni sexo, ni pasión. Con la felicidad y el bienestar común llega. No me podría imaginar un mundo mejor. Todos somos compañeros de todos, pero no hay amigos, porque no hay confianza. Simplemente compañerismo. Así no hay riesgo de traición ni de engaño. Porque eso tampoco hace falta.”

Por mi caja del supermercado pasaban todos los vecinos, y todos pensaban como yo. Mi sonrisa era permanente, amable cuando les atendía. Pero un día, aún era muy temprano y en el supermercado no había apenas gente, entró un chico que no había visto nunca en el pueblo. Llevaba unos vaqueros desgastados y oscuros, rotos por algunas partes y un abrigo negro, del cual sobresalía el cuello de una camisa roja oscura, como el color del vino. No era muy alto, sí más que yo, y tenía el pelo corto, despuntado y negro. Pero lo que más destacaba en él, y que me dejó hipnotizada por unos instantes fueron sus ojos azules, penetrantes y brillantes, cuando me miró brevemente y me sonrió. Le devolví la sonrisa como era de costumbre y el chico se perdió entre las estanterías. Unos momentos más tarde lo tenía delante de mí en la caja. En la mano llevaba una botella de vino. La depositó en el mostrador y se dispuso a sacar la cartera.
-Buenos días, señor.- le saludé educadamente, cogiendo la botella y pasándola por el sensor. El chico simplemente asintió y miró la pantalla de la caja, dándome el importe exacto. Cobré la botella y se la devolví. Sonrió de la misma forma que antes, e hizo el ademán de irse. Dio unos cuantos pasos, pero luego se giró, me miró con curiosidad para luego hacer una pregunta, aparentemente simple, pero que en verdad arrastraría una infinidad de cosas desconocidas consigo:


-¿Eres feliz?- 
-Claro que sí.- contesté en seguida, sin pensármelo. El chico me siguió mirando con curiosidad.
-¿Es que tú no?- decidí contraatacar. No entendía por qué me miraba tan fijamente, pero me incomodaba de veras. Él esbozó una media sonrisa.
-En ocasiones.- respondió. Fruncí el ceño.
-Pues yo soy feliz siempre.-
El muchacho rió. -¿Estás segura de eso?-
-Sí.- otra vez no me pensé la contestación.
-¿Totalmente?-
-¡Que sí!- exclamé, desconcertada por tanta pregunta extraña. -¿Por qué preguntas tanto?-
-¿Por qué estás tan segura de que eres absolutamente feliz?-
Y dale con lo mismo. -¡Porque es así! No cabe otra posibilidad. Aquí eres feliz sin condiciones ni límites. Es así.- volví a repetir. Pero él sólo se encogió de hombros.
-Si eso es lo que tú te piensas…- esa respuesta me volvió a desconcertar aún más. Sacudí la cabeza. Era impensable discutir por algo así de obvio.
-¿Eres nuevo aquí? No te había visto, y aquí todos nos conocemos.-
-Me llamo Matt, y sí, acabo de comprar una casa aquí. Y ahora me tengo que ir, que tengo mucho trabajo que hacer en la casa. Tú piensa en todo lo que te he dicho, ¿vale?-
-Yo soy Alexia, encantada. Seguro que te gustará todo esto.- A lo último que dijo preferí no contestarle. Le dediqué una sonrisa amable y él asintió.
-Nos vemos, Alexia.- y con esas palabras se fue del supermercado.
El resto del día transcurrió como siempre, pero yo no conseguía quitarme de la cabeza la conversación con Matt. Había sido todo tan irracional, tan raro. ¿Cómo no iba a ser feliz? Yo no tenía nada de que quejarme, ¡no había razón para no serlo! Sin embargo, ahí estaba yo, comiéndome la cabeza. ¿Por qué tenía que cuestionarme ahora mi felicidad? Por eso, cuando vino a comprar la señora Smith, le pregunté:
-¿Usted es feliz?-
-Claro que sí, cómo no iba a serlo, qué tonterías dices, Alexia.-
-Lo siento, sé que ha sido una pregunta tonta. Que pase un buen día.-
-No pasa nada, igualmente.- 

domingo, 17 de febrero de 2013

Autumn Child



El cielo está nublado y el viento revuelve su oscuro y largo pelo mientras camina por el bosque. Es la única persona en aquél camino, y ella se alegra. La ciudad, una vez más, había llegado a ser demasiado bulliciosa para ella, y ella quería paz y tranquilidad, aunque fuera por un solo momento. Los coches, las tiendas, la gente saliendo y entrando en un frenesí y sin pararse a pensar si de verdad están disfrutando de sus vidas. Ella necesitaba salir de todo aquello de vez en cuando, y eso era cuando se iba al bosque. Primero tenía que recorrer un trayecto considerable en coche, pero valía la pena. Siempre valía la pena. Cuando volvía a casa unas horas más tarde, volvía relajada y en paz consigo misma.

Aquel día era especial. Estaba lloviendo. Y para ella, todos los días de lluvia eran especiales. No se había molestado en traer un paraguas, porque sentir la lluvia sobre su rostro le gustaba. Era Magia purificadora, regeneradora, rejuvenecedora, y el sonido de la naturaleza era como el mejor masaje del mundo para ella.
Escucha a los pájaros, el viento juega con las hojas de los árboles de la misma manera que con su pelo húmedo y se siente más segura que nunca, acunada por la Madre Naturaleza. Se pregunta si toda la gente de la ciudad, que nunca salía de ella, la envidiarían si supieran la paz que ella encontraba aquí. Se pregunta si todos ellos serían capaz de encontrar esa paz, alguna vez en sus vidas. Se pregunta si alguna vez habrían querido que el mundo se parase, que el tiempo dejara de correr y que una tranquilidad eterna e inmutable les invadiera el corazón. Sólo por un instante.
Ella, caminando por la ciudad, sí se fija en los rostros y las expresiones de los demás. Pero no encuentra nada. Como si fueran máquinas, la gente sigue con sus vidas y sus rutinas, creyendo que viven, pero no, sólo existen. Existen día tras otro, repitiendo trayectos y acciones.
¡Qué triste tiene que ser una vida en la que no te des cuenta de todas las diferentes posibilidades que te ofrece el mundo!
¡Qué triste tiene que ser una vida sin aventuras, sin pasión!

Ella intenta no caer en las garras de la sociedad, no quiere ser como todos los demás. Y cada vez que viene al bosque, se purifica de la masa que la arrastra hacia la monotonía. Camina lentamente, observando vivamente todo aquello a su alrededor. Nunca escoge el mismo camino, quiere sorprenderse.
Después de un rato, se detiene y cierra los ojos. Respira hondo. Alza la cabeza y las gotas de lluvia resbalan por su rostro. Cuando vuelve a abrir los ojos, echa a correr. Ella es hija del Otoño, corre con el viento, siente la libertad. Corre sin preocupación, corre sin mirar atrás, se ríe y ralentiza su marcha. Sigue corriendo, el camino parece no tener fin, la felicidad inunda su alma. Son estos momentos por los que da gracias a la Madre Naturaleza. Son estos momentos en los que se olvida de todo lo demás. Se olvida hasta de ella misma. La Madre Naturaleza y ella son uno.

Ha dejado de llover. El sol se asoma por las cimas de los árboles, los rayos se abren camino entre las ramas y secan su rostro y su pelo. Entonces el camino acaba y ante ella se abre un claro. Una figura, apoyada contra un árbol mira hacia el cielo con una amplia sonrisa en su rostro. La ha escuchado y gira la cabeza, la sonrisa no desaparece cuando la mira. Ella le devuelve la mirada y la misma sonrisa aparece en sus labios también.
Una vez más, el bosque la ha vuelto a sorprender, como sabía que lo haría.

jueves, 14 de febrero de 2013

Home, sweet home...

Buenas noches, queridos lectores.

Hoy vengo a hablar de algo que seguro que todos los que estudiamos fuera de casa estamos añorando ahora mismo: la comida en casa. Tu casa. No mintáis, es todo genial y fantástico lo de vivir solito o compartir piso y todas esas cosas, PERO A LA HORA DE COMER... ¿quién no prefiere tener la comida preparada cuando te levantas, o cuando vuelves de la uni? 
Ese plato de macarrones, o esa paella los fines de semana, o ese cocido tan delicioso ahora que hace frío, recién hecho, esperando a que te sientes para comértelo...
O tal y como está la economía, seguro que también os ha pasado que la nevera no está tan llena como debería, o que te has olvidado de comprar galletas, o leche... ¡Eso en tu casa no pasa! ¿A que no?

Esta entrada no va en plan "soy una vaga y no me gusta cocinar" o "ya podría estar mi madre cocinando aquí para mí", porque aunque sea una vaga (que eso no lo desmiento) me encanta cocinar. 
Con esta entrada quiero agradecerle a la familia que hemos dejado unos cuantos kilómetros atrás todo ese tiempo que dedicaron a cuidarnos y mimarnos cuando éramos pequeños, y que siguen cuidándonos ahora cuando volvemos. Si fuera por ellos, nunca nos habríamos ido de casa. Quiero agradecerles que a pesar de eso nos dejaron marchar para madurar, para saber qué es la vida, pero siempre recordándonos de que estarían ahí, dispuestos a ayudarnos en lo que necesitásemos. 

Hablando ayer con mi casera, ella justo me dijo eso: Es cuando dejas ir a tus hijos, que maduran. Es cuando aprenden a vivir. Y sí, es verdad. Es mi segundo año viviendo fuera de casa, y la verdad es que las veces que he vuelto a Alzira a casa, he vuelto con más ganas que el año pasado. Sólo por unos días, quería desconectar de la vida y estar otra vez tranquila, volver a ese mundo idílico en el que no tenía preocupaciones como comprar lo suficiente y no gastarse mucho dinero, comprar lo suficiente para no quedarte corto de comida un domingo, hacer la cena y la comida del día siguiente porque tienes clase a las tres de la tarde y comes en la facultad, y al mismo tiempo lleva al día todas tus asignaturas y mantén tu habitación y la casa limpia y aún ten tiempo para estar con tus amigos... Todo eso, semana tras semana. 

Ay, la vida de universitario...

Pero es lo que hay, y yo no lo querría de otra forma.
xx  

miércoles, 13 de febrero de 2013

Resurrección!

Hola.
Sí, soy yo.
Sigo viva.
Siento haber abandonado esto, y no tengo explicación o excusa válida. Así que paso. Le echaremos la culpa a mi cabeza, as always.

De todas formas, vengo para anunciar mi retorno. Como Aragorn. JA...JA...JA... ¿dónde están esas risas?

Bueno, espero que aún tengáis ganas de seguir leyéndome...

xx Lilith

domingo, 27 de mayo de 2012

Aquí os dejo mi alma.

Llevo unos días pensando qué quiero hacer con mi vida. 
Tengo esa sensación de que no estoy haciendo nada de lo que de verdad quiero hacer. 
De que no tengo los medios, las oportunidades... 
Después tengo otros días en los que simplemente quiero escapar y dejarlo todo atrás. 

Tengo un lío en mi cabeza, que no sé por donde empezar a desatarlo. 

Quiero vivir, quiero ser libre, bohemia, recorrerme el mundo entero. 
Quiero sentir que mi vida tiene algún sentido, quiero sentirme activa. 
Quiero hacer tantas cosas, a veces pienso que mi corazón va a explotar si no lo logro. 

He escrito tantas veces sobre perseguir mi sueño, dedicarme a lo que realmente quiero, que me exaspera ver que no estoy acercándome a ello. Me exaspera ver pasar los días y no haber hecho nada. Quiero ser algo. Quiero ser alguien. 

¿Y qué quiero hacer?

Cantar. Actuar.  
Tal vez suene al típico sueño que todos tenemos de pequeños, cuando nos preguntan que qué queremos ser de mayores, y contestamos: ¡Cantante! ¡Actriz! ¡Superhéroe! ¡EL REY DEL MUNDO! ¡LOKI! (Vale, ya paro.)
Pero la verdad es que nunca me he sentido mejor que cuando he tenido la posibilidad de estar sobre un escenario, e interpretar una canción o un personaje. Esos han sido los únicos momentos en los que me he sentido totalmente libre, y totalmente feliz. No sé si lo podré conseguir. Pero sé que es lo que quiero hacer. Sé que quiero hacer de este mundo en el que vivimos un lugar un poquito más feliz, y yo creo que eso es justo lo que un cantante puede hacer con su música, o un actor con sus películas. Es gente que te inspira. Te puede dar apoyo. Puedes evadirte con ellos, en tu mundo imaginario. Puedes olvidarte por un momento de tus problemas, descansar y vivir. Siempre que veo alguna película de algún actor/actriz que me encanta, o veo algún concierto de cualquier banda que me gusta, y veo lo que disfrutan haciéndolo, veo esa inspiración que transmiten... veo que hacen lo que realmente quieren...   
Significaría tanto para mí poder hacerlo también.

No encuentro las palabras para expresarme, no sé si entendéis cómo me siento, pero tenía que decir todo esto en algún momento. 

It's a little bit funny this feeling inside me... 

Me sentiría verdaderamente inútil si dentro de muchos años, mirase hacia atrás y me tuviera que preguntar ¿Qué he hecho con mi vida? ¿Por qué no intenté hacer todo aquello con lo que soñaba? 

Así que, tal vez sueñe demasiado, pero es un sueño tan grande y tan importante para mí que tengo la necesidad de convertirlo en realidad.

(Whoa. Que sepáis que me ha costado mucho escribir esto. Aquí tenéis mi alma. En una bandeja de plata. Y todo esto, después de ver Midnight In Paris y estar replanteándote tu vida toda la tarde con una araña. Es decir, Sarit.)      
Sonic Screwdriver